River Plate logró una clasificación contundente a los cuartos de final de la Copa Libertadores al imponerse con autoridad sobre Talleres. En un partido cargado de emociones y con la lluvia como telón de fondo en el Monumental, el equipo dirigido por Marcelo Gallardo mostró señales claras de solidez y jerarquía, recuperando la esencia que lo caracterizó en sus mejores noches coperas.
Desde el inicio, River impuso su ritmo con presión alta y un despliegue físico notable. Talleres intentó salir jugando desde el fondo, pero la intensidad de Matías Kranevitter en la recuperación provocó errores clave que Miguel Borja supo capitalizar. La imagen de Kranevitter celebrando con los puños apretados sobre el césped mientras Borja festejaba con la hinchada reflejó la garra y determinación del equipo en esta nueva etapa con Gallardo al mando.
El regreso de Kranevitter ha sido fundamental para el esquema del equipo. Si bien Felipe Peña y Rodrigo Villagra han demostrado calidad, la experiencia del volante tucumano aporta el equilibrio que busca Gallardo para competir en el máximo nivel sudamericano. Su presencia en la cancha ha sido clave en la construcción del juego y en la recuperación rápida de la posesión.
El partido no comenzó de la mejor manera para River, con Mastantuono y Meza limitados a las bandas sin la libertad para generar peligro por dentro. Sin embargo, Gallardo ajustó la táctica y, con un Maxi más suelto en el campo, el equipo encontró los espacios necesarios para desplegar su mejor versión. Uno de los beneficiados fue Santiago Simón, quien recibió un pase exquisito que derivó en el segundo gol, consolidando su gran actuación en el partido.
La ausencia de Claudio “Diablito” Echeverri en el once inicial sorprendió a muchos aficionados, pero la decisión de Gallardo terminó siendo acertada. Simón brilló en el mediocampo y demostró que su talento puede marcar la diferencia. Echeverri, al ingresar en la segunda mitad, recibió el aplauso de los hinchas y dejó destellos de su calidad con regates y movilidad en ataque.
En defensa, Germán Pezzella y Paulo Díaz se mostraron sólidos en la zaga central, mientras que Fabricio Bustos dominó el lateral derecho. A la espera del regreso de Marcos “Huevo” Acuña, el equipo de Gallardo cuenta con una defensa de nivel europeo. Franco Armani, por su parte, volvió a demostrar su categoría con una atajada clave ante Rivero en un momento determinante del partido.
A pesar del esfuerzo de Talleres, que en la segunda mitad arriesgó con el ingreso de Federico Girotti para buscar el descuento, River mantuvo el control y mostró su jerarquía para sellar la clasificación sin sobresaltos. El equipo de Núñez supo gestionar la ventaja y consolidar su rendimiento en una noche que recordó las mejores épocas del ciclo Gallardo.
Después de dos ediciones en las que River quedó eliminado en octavos de final, primero ante Vélez y luego frente a Internacional de Porto Alegre, el equipo vuelve a meterse entre los ocho mejores del continente. Con Palmeiras eliminado y sin su clásico rival en la competencia, la ilusión de conquistar nuevamente América se mantiene intacta. El próximo desafío será ante Colo Colo de Jorge Almirón, un rival de cuidado, pero con la final programada en el estadio Monumental, los hinchas de River sueñan con otro título internacional. La fe está intacta y en Núñez creen más que nunca en volver a reinar en la Copa Libertadores.